Unos deberes necesarios
Ahora que está tan en boga la polémica de los deberes necesarios que imponen los profesores a los estudiantes fuera del horario escolar, es llamativo que nadie haya hablado, al menos yo no lo he escuchado, de la práctica deportiva como uno de los ‘deberes’ que deberían ser una de las obligaciones ineludibles para el niño, joven o adolescente.
Si me apuran es hasta una necesidad el ejercicio físico como distracción en la dura rutina de los estudios y una liberación para la mente, que necesita recuperarse del esfuerzo que acarrea el aprendizaje de las materias.
En esa faceta, el deporte de equipo enriquece, además, la convivencia y ayuda a superar determinados problemas, sobre todo uno que lleva instalado mucho tiempo en la sociedad, el egoísmo.
«El ejercicio físico es una necesidad como distracción en la dura rutina de los estudios y una liberación para la mente»
El baloncesto cumple todos los requisitos para tener entretenido al niño a una edad muy temprana y conforme crece vale tanto como actividad escolar que como diversión para el resto del día en cuanto se adquieren hábitos para el ejercicio físico.
La formación va aparejada a la competitividad, que no tiene nada que ver con la ambición desmedida. A cierta edad, el afán de superación es elogiable y hasta recomendable, pues se puede jugar y divertirse a partes iguales, y además llevar la felicidad al colectivo de compañeros que forman el equipo.
Por eso dicen que el base es el que más disfruta en el baloncesto, porque al repartir asistencias es dichoso al ver cómo su compañero rebosa felicidad al anotar la canasta: en una misma acción se ve doble felicidad.
«Madurar a través del deporte es muy beneficioso para el desarrollo personal, y ahí no tiene nada que ver ganar o perder sino competir, superar obstáculos y aprender»
Por otro lado, madurar a través del deporte es muy beneficioso para el desarrollo personal, y ahí no tiene nada que ver ganar o perder sino competir, superar obstáculos y aprender. En los campus de baloncesto en general y en el de WOB en particular hay un deber ineludible: la diversión con la excusa del deporte.
Conocer a gente nueva de otras ciudades te ayuda a comprender mejor el entorno en el que vives; mejorar tus conocimientos con entrenadores de prestigio refuerza tus capacidades y explora tu talento; convivir con personas que tienen la misma pasión que tú regenera tu entusiasmo y si además conoces de cerca a una estrella de la NBA, la mejor Liga del mundo, la experiencia es a todas luces inolvidable.
Desde la experiencia personal es muy recomendable el Campus WOB, tanto para la práctica del baloncesto en verano como por la calidad del campamento que desarrolla un sinfín de actividades físicas en unas instalaciones de lujo, el colegio Los Olivos, con todo lo necesario para pasar unos días cuyo recuerdo permanecerá indeleble en el tiempo.
Ser un referente durante 16 años para los campus de baloncesto es la mejor garantía de éxito del Campus WOB, que año tras año satisface todas las necesidades de aquellos que acuden a descubrir nuevas sensaciones.
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